Charles, la resistencia
Charles es el silencio. Compa apagado, tímido, el que escabulle los flashes y gambetea las portadas en papel couché. Tosco, bruto, esencialmente triste. El que tras la faena en la constru, escabulle el pique a la chela grupal y se cuelga a la micro para ver a sus cabros chicos. Todos conocimos a uno así: de pocas palabras, honesto, pa’entro . En 1994, tras el Mundial gringo, murió el fútbol que Charles hace revivir, sin saberlo quizás. Desde entonces, la falopa capitalista penetró más que nunca en las venas del pelotero con opciones de primer equipo. En las gradas se dejaba de oír a Fiskales y «Solybulla», para dar paso a las babas cumbieras pre-reggaeton. A Diego lo destruían por unos pobres gramos a la par que los grandes narcos baleaban al zaguero Andrés Escobar, sólo por mearles las apuestas con un autogolazo. La pichanga se tornó seria. Ese año, Charles aún probaba apuntarle al poste de luz de su calle estrecha, en un rincón de Puente Alto. Esa ca...