Miguel Benasayag: "Hicimos revoluciones, tomamos el poder, pero el mundo no cambió".

Entrevista al filósofo Miguel Benasayag. Santiago, 2006.

¿La Revolución? ¿Cuál de todas? Entre quienes trazamos rutas de liberación tanteando en fórmulas de antaño y horizontes que se abren en distintos puntos del planeta, no existen fórmulas mágicas. No existe un modelo único de la Revolución, duela a quien le duela. Incluso, doliéndonos a nosotros mismos. La tarea no es fácil, pero no caminamos solos. Uno se va topando con compañeros de ruta, cargados de preguntas y unas cuantas intuiciones. Algunos provienen de nuestra generación. Otros, algunos pocos, conocen más kilómetros y han conseguido bosquejar ciertas conclusiones. Uno de ellos es Miguel Benasayag. 

Cuando el siglo XX cruzaba media cancha, comenzaron los cuestionamientos más concretos a un modelo único para la Revolución. Las tensiones entre los movimientos comunistas europeos, asiáticos y latinoamericanos, salían a la luz ya sin vergüenza. ¿Podían pensarse atajos a la carretera electoral? ¿Podíamos cortar por la berma y saltarnos el molde institucional, liberar la revolución de la asfixia legalista? Como no. Los sesenta y setentas abrieron esos senderos de experimentación. Acá, en el sur, un puñado de argentinos emprendía su propia aventura, arriesgando la vida mas no la vía elegida. El Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, las emprendía contra los conductos tradicionales de la izquierda rioplatense, no sin generar ruidos. En medio de ese puñado de transgresores, un flaco y melenudo Miguel Benasayag. De esa época aprendió a no conformarse con los moldes rígidos y los modelos únicos: la Revolución será múltiple o no será. “Mi deseo por la lucha nace de la experiencia en el ERP, en la cárcel y de la muerte de muchos amigos, de la alegría de luchar”


“Somos lazos” – me comenta- “no esa figura del individuo, tan asfixiante, tan artificial como funcional al neoliberalismo”. Más allá de las características propias de cada región del mundo, el neoliberalismo “se impone por la separación, ya sea del hombre y su trabajo, de unos hombres con otros”, lo cual nos rebaja a engranajes bien aceitados, mas no seres integrales. Radicado en Francia desde hace un par de décadas, Benasayag realiza sus labores políticas desde el Colectivo Malgré Tout (”A pesar de todo”). En esta experiencia, de la cual se hace parte su compañera Florence Aubenas, periodista francesa de Liberation, (”quien tiene esa extraña costumbre de hacerse secuestrar en Irak”, nos confidencia), las emprende contra la segregación clasista y racial contra los inmigrantes. No es un proyecto totalizador, no pretende volcar el mundo, pero tampoco maquillarle sus asperezas. “No somos asistentes sociales de Izquierda”, refiriéndose a su trabajo en París, “con esta lucha antiracista generamos la apropiación de la propia dignidad para los inmigrantes, un ámbito desde el cual ellos re-conocerán su poder y desde allí reconstruirán una nueva identidad”. ¿Será entonces que la fórmula son esos pequeños proyectos de base? “No necesariamente, tampoco podemos pensar siempre en chiquito, tenemos la potencia para desarrollar un contrapoder que vaya más allá, hacia luchas coordinadas que permitan subir el tamaño de las demandas y hacer más agudos los objetivos”


“Los gobiernos de Izquierda no son traidores, hacen lo que les corresponde desde la impotencia”. Las miradas sorprendidas de los estudiantes que le oían, le obligan a una aclaración: “Creo que el Poder Estatal es un lugar de impotencia, desde allí no transformas una sociedad y eso lo saben muy bien quienes están allí instalados”, sube el tono para afirmar “la lucha que propiciamos se basa en la intensidad sobre un punto de la red, es decir, frente a la lucha política representativa y sus aparatos, la cual es extensa, la cual se pretende totalizadora, oponemos una práctica intensiva”. En minutos, el público del Auditorio José Carrasco Tapia de la Escuela de Periodismo, se agrupa para oír a Benasayag. “No estoy diciendo que un tipo de lucha sea más válido que otro, poseen igual validez, pero a mí modo de ver, creo que la lucha intensiva es más radical y efectiva al momento de propiciar cambios de fondo”. Para ejemplificar, Miguel trae al recuerdo diversas experiencias históricas que implicaron la asunción del gobierno estatal, vía electoral o armada, pero que poseían débil soporte social, puesto que en la base no estaban asumidos los valores que harían posible una Revolución. “Tomamos el poder muchas veces, hicimos grandes revoluciones, pero el mundo no cambió”.

El encuentro con el autor de “Política y Situación” y “Pensar la Libertad”, se da en el marco del Coloquio Internacional sobre Michel Foucault. Del filósofo francés, Benasayag extrae algunos elementos útiles a una nueva Teoría de la Liberación. “El Poder no es una institución, es una red de dispositivos que se alojan tanto en instituciones como en los propios seres humanos, en nuestras conciencias”. Desde esta reflexión, todas las prácticas libertarias son útiles al momento de desentrañar y desarmar la red del Poder. Junto al colectivo argentino Situaciones, Benasayag ha emprendido una tarea conjunta de recuperación de experiencias libertarias. Éstas iniciativas coinciden en una práctica antisistémica, autónoma y horizontal. “Contrapoder” es el nombre que le han dado a estas prácticas. Bajo este rótulo cabe la rebelión del 19/20 en Buenos Aires, la lucha tupamara, los piqueteros y colectivos de educadores populares en la Universidad Trashumante. “No existe una verdad, sólo hay experiencias, múltiples prácticas de liberación, desde ellas hay que construir teorías”. Por ello, la imagen del Contrapoder no estará nunca acabada, será siempre una intención, cuya exigencia es la “hacer y hacer”.Traemos a la mesa recuerdos de grandes procesos de cambio, en los cuales las esperanzas de los primeros días se desvanecieron violentamente: “muchos compañeros creen que la revolución es un proceso que culmina con un cambio drástico, pero las cosas se enfrían y muchos de los que se instalan en el poder tras una ‘revolución’ buscan que no se enfríen porque es allí cuando aparece la crítica”.


“La lucha por una Universidad de saberes no utilitarios es prioritaria”. La Universidad Social Eduardo Galeano se enmarca dentro de las iniciativas que buscan crear un contrapoder al modelo neoliberal de Universidad. Desde la educación popular, socializa conocimientos libertarios entre diversas franjas juveniles. Benasayag comparte esta propuesta, desde su propio proyecto en Mallgré Tout; “El universitario debe situar su saber en las condiciones de la villa y traer la villa a la Universidad”. Los ejes neoliberales se mueven hacia un capitalismo en el cual el conocimiento es un bien transable a un alto precio. Sin embargo, tales saberes son utilitarios, responden a la lógica del Mercado. “Para el Sistema, el saber válido es el que él entrega y produce, pero el no-saber de las mayorías es un saber riquísimo, nace de la vivencia, y es ése el saber que nos toca rescatar”. En medio de un mes convulsionado por las movilizaciones estudiantiles en Chile, Benasayag sentencia: “la Universidad debe ser bastión de la lucha anticapitalista y del desarrollo de saberes no utilitarios” -sostiene- “pero siempre concientes que para actuar en el medio popular no vale más la figura del iluminado”.

A poco rato de despedirnos, rodeados de una veintena de estudiantes y académicos que le oyen atentísimos, apiñados en el hall del Auditorio, Benasayag esboza un análisis del momento actual. “Hoy debemos ser capaces de generar imágenes alternativas de vida más potentes que las ofrecidas por el Sistema. Ya no son sólo las ideas, sino las propuestas vitales, íntegras y libertarias, las que pueden hacer converger a más personas en un proyecto liberador”. Contrario a lo que se señala desde diversas propuestas antiglobalización, para el argentino es necesario “acabar con la esperanza, en cuanto pasión triste que aumenta la impotencia. No hay nada que esperar, todo lo deberemos hacer hoy, aquí y ahora”. Respondiendo a la consulta sobre la carencia de un nombre para el horizonte de nuestras luchas, Benasayag responde “estamos en un período oscuro y es muy valiente afrontar luchas aún sin ver con nitidez el futuro. Debemos preocuparnos del presente, que es presente del pasado y presente del futuro. Hoy construimos el mundo de mañana, hoy es cuando debemos dar las respuestas más íntegras y construir las formas de vida que deseamos”. ¿Pero que le dirías a los que ven esta oscuridad como destino?, le digo al instante, “Mira, la Historia va siempre en un vaivén de períodos oscuros y períodos claros, tal como nosotros mismos. Nuestros propios procesos personales reflejan esa dualidad, somos esa dualidad, ¿qué hay que temer entonces? Lo único que vale es apropiarnos de este presente y salir de la tristeza y la impotencia”.

Cuando nos dábamos los últimos abrazos, camino a la sala de USEG, me comenta en voz baja: “lo importante es recuperar la alegría de luchar: hagamos que la lucha libertaria sea deseable para muchos, sea un placer y una necesidad profunda del ser”. Y no me lo dice cualquiera.

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